‘La Dictadura Perfecta’, una burla de la realidad mexicana

Reflector / Reflector / Por: Vanguardia

Publicado: 24 de octubre, 2014 | 10:40 AM

Una vez más, Luis Estrada nos presenta una visión cómica y triste de la realidad mexicana, en una cinta cuyo parecido con la realidad, sabemos, no es mera coincidencia

México, DF.- Esta es probablemente una de las cintas menos graciosas de Luis Estrada, pero no por ello es menos relevante. Como ha hecho con sus cintas anteriores, el director mexicano toma una problemática del país, la desmenuza, la analiza, se burla de ella, la exagera y hace una sátira que casi provoca tantas risas como hondos golpes en el espectador. “La Dictadura Perfecta” funciona así y aunque a diferencia de las anteriores no tiene a Damián Alcázar como protagonista, eso no quita el mérito que tiene el director al reflejar una nueva problemática nacional: la manipulación de los medios para cambiar, moldear y retratar una nueva imagen de los políticos a su antojo.

La historia cuenta sobre una cadena televisiva mexicana que tiene tratos millonarios con políticos. Luego de que expongan al Gobernador de un estado sin nombre, Carmelo Vargas (Damián Alcazar), para desviar la atención que el presidente de la república (con un copete sospechosamente familiar) obtuvo tras unas polémicas declaraciones, Vargas tendrá que ir con la televisora para hablar de negocios. El Gobernador consigue que le manden a su estado al productor y reportero estrella para cambiar por completo su imagen, ocultar las noticias de corrupción y asesinatos, y mostrarle al público una imagen maquillada, diferente y subjetiva, de tal suerte que los ciudadanos solo vean lo que Vargas y la tele quieren que vean. Para conseguir sus objetivos se valen no solo del secuestro de unas niñas, sino de las técnicas más viles y ruines que se puedan imaginar.

El objetivo de Estrada es claro: mostrar todo lo que se esconde detrás de las historias que vemos en la pantalla chica, sentenciando que casi todo es una cínica mentira o responde a intereses personales y meramente empresariales. Que la televisión juegue con nuestra realidad como si no importara, puede no ser una novedad para los mexicanos, pero, como siempre, Luis Estarada hace algo más que mostrar lo obvio: pone el dedo en la llaga. En “La Ley de Herodes” (1999) ya denunció la corrupción del entonces inamovible PRI, la desigualdad de clases en “Un Mundo Maravilloso” (2006) y la guerra contra el narcotrafíco en “El Infierno” (2010); ahora hace lo mismo, poniendo una situación particular y analizándola como si fuera una pequeña parte de un todo mucho más macabro. Al final, nos queda ese mismo sabor de boca agridulce; sí, nos reímos de la situación, pero esa situación es nuestra realidad y eso ya no da tanta risa.

Esa es una de las grandes cualidades de Estrada, su capacidad para hacer comedia, sin dejar de lado el mensaje social, la reflexión, ni mucho menos la crudeza con que retrata su sátira, dejando en claro que sus cintas, por muy ficción que sean, están basadas en algo real llamado México. “La Dictadura Perfecta” cumple este aspecto, pero también se diferencia de sus predecesoras en un aspecto importante. Damián Alcázar, protagonista de las tres anteriores, no es quien tiene en esta ocasión mayor tiempo en pantalla. El nuevo protagonista es Alfonso Herrera, en el papel del productor que tiene la misión de cambiar la imagen del gobernador. Él es a quien seguimos en su travesía, su ambición de poder y cómo lidia con espeluznante frialdad con los obstáculos que se le presentan, llevándolo a actuar sin moral ni respeto por nada de lo que se cruce en su camino.

Este viaje de personajes desalmados ya lo ha presentado antes Estrada, el problema aquí es que Alfonso Herrera no está a la altura de su papel. El actor no es malo, pero tampoco tiene la fuerza, ni la energía que imprime, por ejemplo, Damián Alcázar a su personaje (y a los que ha hecho anteriormente para Estrada). No existe aquí ese viaje angustioso que termina en la cúspide de lo absurdo y eso es gracias a la interpretación bastante gris, plana y monótona de Herrera. 

Ahora bien, esto se trata probablemente de un ejercicio que quiso hacer el director, al ser Herrera un actor que ha trabajado para Televisa, la muy directa referencia de su película. Atacar a una televisora con actores que trabajan o trabajaron para ella, lo cual no se limita al protagonista, sino también a participaciones como las de Arath de la Torre, Silvia Navarro, Saúl Lisazo y Sergio Mayer, parece ser parte de la propia sátira. Ninguno de ellos es malo, pues sus personajes son pequeños, el problema es que el personaje de Herrera requería de mucho más trabajo.

Gran diferencia cuando aparece Damián Alcázar en pantalla. La mancuerna del actor y Luis Estrada es simplemente sensacional y Alcázar es sin duda uno de los mejores actores que hay en México actualmente. Basta con unos cuantos minutos del gobernador Carmelo Vargas para demostrarlo. Aunque nos remite a su personaje de “La Ley de Herodes”, no es para nada una copia del mismo y semejante resultado solo lo pudo lograr un actor de primera. Cuando Alcázar aparece, su interpretación salta de la pantalla, es simpático, es malvado, es perverso e incluso consigue dar miedo a pesar de ser una caricatura que también nos saca varias carcajadas. Los momentos más graciosos de la cinta son en los que Alcázar aparece y esta es quizá la razón por la que la película no es tan graciosa como las anteriores, pues sus participaciones son contadas.

Destaca también la actuación de Joaquín Cosío, quien interpreta a un líder de oposición que busca por todos los medios exponer la corrupción del gobernador. El personaje de Cosío en “El Infierno”, el famoso Cochiloco, se volvió tan popular que se comió al propio actor que lo interpreta, y ya nadie puede ver a Cosío sin pensar en él. Ejercicio sobresaliente es que tanto Estrada como el actor, hayan podido desprenderse de aquella imagen, creando un personaje completamente nuevo para Cosío, que no remite en ningún momento al Cochiloco. El actor sale librado con éxito producto de su gran interpretación, un buen guión y la gran dirección de actores del cineasta.

Aunque las situaciones cómicas son breves, dentro de una trama que parece mucho más solemne y seria, los momentos graciosos están ahí y esta película nunca deja de ser divertida. Tenemos, por ejemplo, los momentos con el presidente de la república, una clara referencia a Enrique Peña Nieto, interpretado por Sergio Mayer, quien remite a situaciones absurdas que se han vivido en la vida real. En este aspecto, la cinta no se preocupa en hacer referencias a Vicente Fox o a otras situaciones que se vivieron hace años, haciendo una especie de mezcla de polémicas que no discrimina sexenios. Con esto parece que el director quiere mandar un mensaje: toda la corrupción e impunidad  son un ciclo vicioso de situaciones que se viven todo el tiempo en nuestro país, no importa el año.

La valentía de Estrada para hacer referencias tan claras es siempre sobresaliente. En esta película se recalca un poco más cuando, al principio, aparece un texto aclarando que aunque todo es ficticio, las semejanzas con la realidad no son ninguna coincidencia. El valor del cine de este director en un país como México es indudable y eso ya le da mucho mérito a esta película que, salvo por la interpretación del protagonista y la falta de más Alcázar, no deja de ser impactante y entretenida. Nadie como Luis Estrada para poder reírnos de nuestras tragedias.

El dato

Director: Luis Estrada

Elenco: Damián Alcázar, Alfonso Herrera, Joaquín Cosío, Sergio Mayer y Saúl Lisazo

Duración: 143 minutos

Género: Comedia

Clasificación: B

Dónde: La cinta se exhibe actualmente en los cines de Saltillo

UANE